Si alguna vez has oído hablar del «aceite de oliva lampante» y te has preguntado qué es, por qué no se encuentra en los supermercados o si es seguro consumirlo, estás en el lugar adecuado.
En este artículo, despejaremos todas tus dudas sobre este tipo de aceite, su origen, características y cómo se transforma para su uso en la industria alimentaria.
¿Qué es el aceite de oliva lampante?
El aceite de oliva lampante es un tipo de aceite virgen que no es apto para el consumo humano en su estado original. Su nombre proviene de su uso histórico como combustible en lámparas de aceite, debido a su baja calidad y sabor desagradable.
Este aceite se caracteriza por tener una acidez superior a los 2 grados y presentar defectos organolépticos, como sabores y olores desagradables. Estas características suelen deberse al uso de aceitunas en mal estado, sobre maduras o dañadas, o a problemas durante el proceso de elaboración.

¿Por qué no es apto para el consumo?
Debido a su alta acidez y defectos sensoriales, el aceite lampante no cumple con los estándares de calidad necesarios para ser consumido directamente. Las normativas europeas y nacionales prohíben su comercialización como aceite comestible.
Sin embargo, esto no significa que sea tóxico o perjudicial para la salud; simplemente, su sabor y calidad no son adecuados para el consumo humano.
¿Cómo se transforma el aceite lampante?
Cuando se obtiene un aceite de oliva lampante, su destino no es el consumo directo, pero eso no significa que se deseche. La industria ha desarrollado un proceso específico para aprovechar este aceite y convertirlo en un producto apto para el mercado, aunque con características muy distintas a las de un virgen o virgen extra.
El proceso comienza con el refinado, que consiste en someter el aceite lampante a una serie de tratamientos físico-químicos para corregir sus defectos. Este refinado elimina prácticamente todo: desde los compuestos responsables del mal olor o sabor hasta los pigmentos naturales y antioxidantes beneficiosos que suelen encontrarse en los aceites de mayor calidad.
También se reduce la acidez, llevándola a niveles mínimos, lo que mejora la estabilidad del producto, aunque también lo deja sin personalidad ni propiedades sensoriales.
Una vez refinado, el resultado es un aceite muy claro, sin olor ni sabor, y con un valor nutricional bastante inferior al de un aceite virgen o virgen extra. Este aceite refinado, por sí solo, no se comercializa directamente para uso culinario. Lo que se hace es mezclarlo con un pequeño porcentaje de aceite de oliva virgen o virgen extra. Este proceso, conocido como “encabezado”, permite darle algo de aroma, color y sabor al producto final.
El aceite resultante de esta mezcla es lo que comúnmente se etiqueta simplemente como «aceite de oliva», sin más apellidos. Es el que solemos encontrar en los supermercados a precios más económicos.
Aunque es legalmente apto para el consumo, su calidad es sensiblemente inferior a la de los aceites obtenidos solo por procesos mecánicos y sin refinado.
Esta es una de las razones por las que los expertos y los productores que miman sus aceitunas, como hacemos en La Viña, insistimos tanto en la importancia de leer bien el etiquetado y de apostar por aceites de oliva virgen extra de origen conocido.
Porque no todos los aceites de oliva son iguales, y la diferencia entre uno refinado y uno de primera extracción se nota, tanto en la salud como en el sabor.
¿Cómo identificar un aceite de calidad?
Para asegurarte de que estás comprando un aceite de calidad, es importante leer las etiquetas y entender las diferentes categorías:
- Aceite de oliva virgen extra (AOVE): Obtenido directamente de aceitunas en buen estado mediante procedimientos mecánicos. Tiene una acidez máxima de 0,8% y conserva todas sus propiedades nutricionales y sensoriales..
- Aceite de oliva virgen: Similar al AOVE, pero con una acidez ligeramente superior (hasta 2%) y posibles defectos sensoriales leves.
- Aceite de oliva: Mezcla de aceite refinado y aceite virgen o virgen extra. Tiene una acidez inferior al 1%, pero su calidad nutricional y sensorial es inferior a las dos categorías anteriores.
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Conclusión
El aceite de oliva lampante es un producto de baja calidad que no se consume directamente debido a su alta acidez y defectos sensoriales. Sin embargo, mediante procesos de refinado y mezcla con aceites de mayor calidad, se transforma en un producto apto para el consumo.
Al elegir un aceite de oliva, es importante conocer estas diferencias para tomar decisiones informadas y optar por productos que se ajusten a nuestras necesidades y preferencias.

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